por: Yoshi Alcalá
El fin de las relaciones sexuales, generalmente es el poder
disfrutar, el dar y recibir placer, el llegar a tener un orgasmo, el
poder disfrutar con responsabilidad y libertad la sexualidad. El 95% de
las relaciones sexuales, no son para procrear, por lo que el obtener
placer de la relación sexual es algo que debería ser primordial.
El
orgasmo se define como la liberación física de la tensión sexual que se
genera en el cuerpo durante la excitación y la meseta sexual. En el
hombre, generalmente va acompañado de la eyaculación. Pero en la mujer
la identificación puede ser difícil, sobre todo cuando la mujer, reprime
su sexualidad o no sabe lo que su cuerpo siente al llegar al orgasmo.
El
orgasmo en la mujer es una respuesta casi convulsionante, aliviadora de
tensión, muy placentera, que constituye la cima de la satisfacción
emocional y física en la relación sexual. Que tiene como características
la lubricación vaginal, hinchazón de la vulva, alteración en la
respiración y las palpitaciones son más rápidas. Esta liberación física
viene acompañada de contracciones involuntarias rítmicas del útero y los
músculos pubo coccígeos, los que rodean la vagina y el ano, que varían
en su intensidad y provocan intensas sensaciones de placer seguidas de
una relajación muy particular.
Cuando una mujer no puede llegar a
sentir o expresar su sexualidad, se le ha llamado frígida. Pero esta
palabra llega a ser muy castigadora y etiqueta a una mujer. La falta o
ausencia de orgasmo o placer en la relación sexual se denomina
anorgasmia. La anorgasmia implica, la incapacidad para alcanzar el
orgasmo.
Se puede clasificar en categorías: Primaria: es que
nunca ha alcanzado el orgasmo, independientemente de la forma que haya
usado para obtener la estimulación sexual. Secundaria: ha logrado
obtener al menos un orgasmo en su experiencia sexual, pero ya no puede
conseguirlo a partir de cierto período. Situacional: que desde un tiempo
determinado no logra sentir el orgasmo. Y selectivo: que con algunas
personas sí lo ha sentido y con otras no.
Las causas más comunes e
importantes de la disfunción sexual femenina son las psicológicas, y
típicamente problemas emocionales como la vergüenza, la culpabilidad y
el temor, además de la falta de educación sexual. Las razones que van
acompañadas por la dinámica de la pareja, son más comunes en la
anorgasmia. Pero generalmente la ausencia de placer se relaciona con la
parte psicológica y social de la sexualidad.
Puede haber causas
biológicas, aunque pocas, y tienen que ver con algún problema hormonal, o
medicamento que estén tomando. De ser así, el ginecólogo es el
encargado de dar el mejor diagnóstico y tratamiento.
A la mujer
se le educa para atender, para estar pendiente de los demás, para poder
ser buena madre, buena esposa, o buena profesional. Pero no se le enseña
a ser buena amante, a poder disfrutar de su sexualidad.
Si la
mujer quiere disfrutar de su sexualidad, lo primero que necesita es
tener la información sobre qué reacciones tiene su cuerpo cuando tiene
un orgasmo, no solo en teoría, ella debe empezar a descubrir las
sensaciones de su cuerpo. Cuando ella haya logrado su orgasmo, puede ir
pidiéndole lo que necesite a su pareja para alcanzarlo.
Pero lo
más importante de todo es quitar las ideas irracionales que dicen que la
mujer no debe tener placer, que le ha enseñado que todo lo que tiene
que ver con su sexualidad es prohibido o malo. Ir volviendo a educar en
una sexualidad sana y responsable. Reconocer las sensaciones, gustos y
preferencias en la sexualidad es indispensable para así, poder ir
comunicándolo a la pareja.