Por Miguel Cruz Tejada
NUEVA YORK._ El emblemático bachatero Ramón Cordero, cuya salud está en
progresivo deterioro por un cáncer de colon que lo afecta desde hace
años, en fotos del 2015. (Fotos suministradas)
Cordero, uno de los grandes ídolos de la bachata dominicana en las
décadas de los 60, 70 y 80, se convirtió con el paso de los años, en uno
de clásicos y referentes más importantes del género tanto en la
República Dominicana como en internacionalmente.
Sus temas, siguen siendo buscados y escuchados por miles de seguidores de su música.
Los primeros fuertes percances en ruta al deterioro de su salud, lo
comenzaron a afectar seriamente y con dolores extremos, en año, pasado
durante una presentación en la discoteca “El Tina” en el Alto Manhattan,
y a pesar de que los promotores del espectáculo le pidieron suspender
la presentación e ir al hospital, el bachatero, rechazó la sugerencia,
solicitó que le buscaran calmantes y así, subió a la tarima para
cantarles a cientos de asistentes.
El lunes en la mañana a la clínica de cáncer Herbert Irving del hospital
Presbiteriano en la avenida Fort Washington del Alto Manhattan, para un
chequeo rutinario, pero el médico le dijo a la esposa de Cordero, que
“ya no hay nada que hacer”.
Aunque la salud del popular bachatero, ha entrado en una fase crítica,
él sigue en pie, estaba hablando, caminando y abordó un taxi con rumbo
al condado Westchester junto a su esposa, dijeron las fuentes.
Pese al padecimiento por el cáncer, Cordero, se ha mantenido
presentándose con frecuencia en restaurantes, lounges, discotecas y en
eventos culturales en Nueva York y otros estados como New Jersey y
Massachusetts, aún con la oposición de sus familiares.
Viaja periódicamente a Nueva York como un residente permanente legal estatus que logró al ser pedido por uno de sus hijos.
El bachatero les ha dicho a su esposa e hijos, quería regresar esta
misma semana a la República Dominicana “a esperar su muerte”, acorde con
la misma información.
Desde 2015, se ha estado gestionando ayuda del estado para ayudar al
bachatero a cubrir los costosos medicamentes en su país natal, pero se
desconoce si el Ministerio de Cultura, que se había comprometido,
cumplió con la promesa