La
noche del 30 de mayo del 1961 marcó un antes y un después en los
dominicanos que vivieron bajo el miedo y la opresión de la dictadura de
Rafael Leónidas Trujillo por tres décadas. Hoy a 58 años de su
ajusticiamiento la sociedad continúa evocando rasgos característicos de
aquella cruenta época, especialmente, “el orden”.
El
16 de agosto de 1930, un joven de 38 años, proveniente de una pequeña
familia de humildes ganaderos, instauró una de las dictaduras más
sangrientas de América Latina en la República Dominicana.
Los
31 años que Trujillo pasó dirigiendo los designios del país, se
caracterizaron por la represión a todo tipo de oposición, los
asesinatos, desapariciones, torturas, persecuciones, violaciones,
exilios y diversos crímenes de lesa humanidad.
Bajo
su régimen la República Dominicana fue el escenario una masacre de
alrededor de 25,000 nacionales haitianos y dominico-haitiano, que fueron
asesinados durante la dictadura. Dicho proceso de exterminio se llevó a
cabo, especialmente en las provincias fronterizas.
“El genocidio” se instauró bajo el discurso nacionalista de una supuesta “invasión pacífica extranjera”.
Muerte
de las Mirabal. El múltiple asesinato de las hermanas Mirabal y su
chofer, Rufino de la Cruz, marcaron el principio del fin de la tiranía.
El asesinato fue perpetrado por la policía secreta que operaba en el país y ordenado por Trujillo.
El
25 de noviembre de 1960 Minerva, Patria y María Teresa Mirabal
aparecieron muertas en el fondo de un barranco y desde entonces sus
nombres se convirtieron en el símbolo mundial contra la violencia de
género.
En
varias ocasiones, el dictador también intentó matar al entonces
presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, luego que éste denunciara la
dictadura de Trujillo en la Cumbre de la Organización de Estados
Americanos (OEA) en 1948 y se volviera uno de sus más acérrimos
detractores.
Fin
de la opresión. El 30 de mayo de 1961, Antonio de la Maza, Juan Tomás
Díaz, José Manuel (Tunti) Cáceres, Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tío,
Amado García Guerrero y el general Antonio Imbert Barrera pusieron en
marcha el plan que terminó con la tiranía en la República Dominicana.
El
vehículo del dictador recibió más de 60 impactos de bala de diversos
calibres, de los cuales, Trujillo recibió siete, lo que le provocó la
muerte.
Al ponerse fin a la dictadura, la República Dominicana comenzó un proceso de democratización y división territorial y política.
La capital dominicana recuperó su antiguo nombre de Santo Domingo y se
inició el período que entonces se llamó “la destrujillización”, inicio
de una nueva convivencia.
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